Visitando una obra que se ha convertido recientemente en un lugar de cruceros para gays, un joven trabajador y su supervisor están mirando alrededor para evaluar la situación. Engreído y un poco bromista, el joven se detiene para mear frente a su jefe, exponiéndole su pequeño y suave trasero. Muy rápidamente siente el dedo de su jefe entrando en su dulce agujero, luego dos, luego tres... Antes de que te des cuenta el muchacho recibe un puñetazo y está gimiendo como una virgen. Poco después se le mete una antorcha entera en su estirado agujero del culo... ¡Está disfrutando cada centímetro invadiendo sus entrañas!